UN DÍA DE TROPEL EN POPAYÁN
Aldemar Mosquera
El departamento del Cauca por sus riquezas es objeto de despojo constante por parte de grandes capitalistas que lo atacan con militares y narcoparamilitares, ahora el pueblo caucano movilizado en el Paro Nacional responde con dignidad las agresiones que sufre.
Popayán ya no es la Ciudad Blanca aristocrática y colonialista que aparece en los noticieros cada Semana Santa, sus calles están llenas de pintas antiuribistas y de ACAB, basta caminar por ellas para darse cuenta que allí habitan campesinos, indígenas, negros, mestizos y jóvenes de barrio dispuestos a luchar por un país donde sí tengan futuro.
La tradición de lucha y rebelión del Cauca se hizo sentir el miércoles 12 de mayo cuando la barriada, los estudiantes y jóvenes, pero además los campesinos e indígenas repelieron a las fuerzas policiales hasta entrada la noche, desde el centro de la ciudad hasta la glorieta de La Chirimía al sur; fue cayendo la noche y en medio de la persecución el Esmad en su afán de violencia y de presentar resultados detienen a Alison Meléndez una joven que solamente pasaba cerca del lugar, en vídeo quedó constatado el abuso y ultraje al que fue sometida por 4 policías, quienes la insultaron, agredieron y abusaron mientras la llevaban a la Unidad de Reacción Inmediata (URI) de la ciudad.
Pasadas las persecuciones y capturas en los barrios del sur que duraron hasta el día siguiente, la ciudad se conmocionó con la noticia del suicidio de Alison después de dejar una denuncia contra la policía en su perfil de Facebook que decía “¿les tocó cogerme entre 4, no HP? (…) me bajaron el pantalón y me manosearon hasta el alma”; la policía con su descomposición es capaz de todo en este momento y quién sabe qué ultrajes recibió Alison de 17 años, junto a otras jóvenes en aquel centro de torturas y delincuencia que se conoce como URI; toda la ciudad supo que al día siguiente tendría que arder todo.
Miles de personas se concentraron al frente del Comando de la policía en el corazón de la ciudad, expresiones feministas se vieron cara a cara con los escudos del Esmad, se derribaron estatuas y monumentos de los opresores, se le dijo al mundo entero que en Popayán la Policía violó a una niña de 17 años; pero el pueblo no es para nada moderado, la historia tenía que hacerse y el plantón se convirtió en rebelión popular, miles y miles de personas se dirigieron al centro de torturas de la URI, el pueblo desbordó la autopista Panamericana, aunque los cuerpos represores intentaron despejar a la fuerza, se dieron cuenta que desde los barrios aledaños de El Pajonal, Barrio Chino, La Esmeralda y Las Américas salían cada vez más y más hijos del pueblo con digna rabia y prestos al combate callejero, fueron varias horas de refriega, piedras, gases, aturdidoras y bala.
La caída del estudiante Sebastián Múnera víctima del último “juguete” comprado para el Esmad la Venom, con el que impactaron su cuello causándole heridas mortales, mostró la criminalidad policial en acción e impulsó a la multitud enardecida contra otros centros policiales de la ciudad; el Esmad retrocedió y se vio reducido por la fuerza popular, el pueblo hizo justicia hostigando con Molotov y cánticos el Comando de Policía departamental y posteriormente quemando la sede URI de la Fiscalía, centro de tortura y violación de los ninguneados y excluidos; entrada la noche Popayán estaba en llamas de justicia y rebelión, que por años estuvieron latentes pero que ese día explotó como una bomba Molotov; de nuevo el Cauca era noticia, pero esta vez en su capital, Popayán una ciudad pequeña que al igual que otras ciudades y poblados de Colombia daba una lección de dignidad en el marco del Paro Nacional.
Los barrios y las calles donde cayeron y pelearon Alison y Sebastián ya no serán los mismos, quedarán en la historia y la memoria del pueblo, buscando el día en que brille la libertad; los marginados y rebeldes estamos decididos a luchar hasta el final y no hay Policía, ni fuerza estatal que lo pare; con justicia, dignidad y organización siguen las mayorías en levantamiento hasta que la dictadura paramilitar sea aplastada y sepultada.