LOS DERECHOS NO SE NEGOCIAN
Damaris Izaguirre
El régimen colombiano es neoliberal ‘hasta los tuétanos’ y está acostumbrado a negociar la privatización de servicios públicos como la energía eléctrica, la salud, la educación, entre otros; todo bajo la excusa que lo público no es rentable y carece de calidad.
En septiembre del año anterior el Gobierno progresista radicó en el Congreso un proyecto de ley para establecer la educación como un derecho fundamental en todos sus niveles, tenía como propósito garantizar el acceso universal a la educación, es decir, que todos los niños y jóvenes del país pudieran ingresar al sistema educativo desde los primeros años de edad hasta la educación superior.
Contrario al deber ser de lo que es el Congreso en un verdadero Estado Social de Derecho, los partidos del régimen en silencio y de manera solapada tergiversaron el articulado y lo modificaron, convirtiéndolo en un adefesio neoliberal que atentaba contra los derechos sindicales del magisterio y lo que es peor aún, aniquilaba la universalidad y gratuidad de la educación y afianzaba su privatización; además, aniquilaba de un plumazo la libertad de cátedra convirtiendo la educación en un dogma al servicio del régimen.
Es de esperar que el régimen y sus partidos vean la educación como un negocio lucrativo; pero lo que resulta inadmisible es que el Pacto Histórico que dice ser progresista y el Gobierno del Cambio a través de su ministra educación, no se opusieran a los nefastos y retardatarios cambios hechos por el régimen; si no fuera por la legitima protesta del magisterio el adefesio de ley estatutaria hubiese sido aprobada por el congreso, sin la más mínima oposición, moción u objeción de los partidos de Gobierno, ¿les dieron prebendas?, ¿este torcido forma parte de los acuerdos de la llamada alianza para gobernar?
Lo acontecido con la movilización y paro docente para oponerse a un nefasto proyecto de ley que soslaya el derecho de los colombianos a la educación pública de calidad, tiene como antecede cercano el Estallido Social de 2021, que tumbó la nefasta reforma tributaria, y de la misma manera cayó el proyecto de ley antieducación urdido por el régimen; esto deja en evidencia que la movilización y unidad popular es la única opción real de retar a los poderos y construir un verdadero Estado, donde la legislatura sea en pro de Los Nadie y la Colombia profunda, porque solo el pueblo salva el pueblo.