MISIÓN MÉDICA TRAS LAS BARRICADAS
Leila Yunis
Cuando me propusieron atender heridos en las barricadas recordé el juramento hecho, “dedicar mi vida al servicio de la humanidad y no permitir que cualquier factor se interponga entre mis deberes y mis pacientes”, además comparto la lucha de los jóvenes para tener una Colombia mejor.
Cuando crecían las marchas y los Puntos de Resistencia junto a algunos profesionales de la salud nos dimos cuenta que los muchachos en las calles iban a necesitar de nuestra ayuda, así que decidimos ir tras las barricadas; al principio creímos que era cuestión de tratar golpes y asfixias, pero bastaron tan solo unos minutos para estrellarnos con la realidad y enfrentarnos sin exagerar a una trinchera de Guerra, como esas que recrean en las películas de la Segunda Guerra Mundial.
Tras pasar varios puntos de control de los manifestantes y cumplir algunos contactos por fin llegamos al Punto de Resistencia, nuestra primera sorpresa es que no éramos ni los primeros ni los únicos voluntarios que allí estaban ayudando, no todo era tirar piedra y devolver gases, había unos que iban al combate, otros les acercaban piedras y otros elementos rudimentarios, los de más allá se encargaban de la alimentación básica y la hidratación (agua, leche y vinagre), además estaba el Equipo de Protección que evacuaba los heridos y cuidaba al personal médico para que brindara ayuda, y en la última línea estaba la atención de los heridos.
Apenas caía la noche cuando tratábamos de ubicarnos en la pequeña caseta improvisada equipada con algunos implementos básicos y camillas de emergencia, cuando fuimos sorprendidos por la llamada de “¡herido, herido, herido!”, tras el grito como un bólido salió un pequeño grupo equipado con escudos, una camilla y mucha valentía, que ‘en un abrir y cerrar de ojos’ llegaron hasta donde yacía el herido, lo cubrieron con los escudos mientras varios contenían con piedras a los tombos y otros lo subían a la camilla, en medio del rescate no dejaron de sonar las granadas aturdidoras y de caer gases, pero por encima de todo el herido llegó hasta nosotros.
Había mucha sangre en su pantalón y gritaba de dolor, respiré profundo y rompí el viejo jean, luego lavé la pierna para ver la lesión, no era grave pero si generaba mucho dolor y un sangrado abundante, se trataba de una esquirla metálica que se había incrustado en el muslo de una pierna; rápidamente retiré el objeto metálico y metí mis dedos en la herida para evitar el sangrado mientras Cata le colocaba silocaína; le pregunté su nombre, “me llamo Luis” dijo, yo le dije que me llamaba Leila y “no te preocupes que pronto vas a estar bien”, a los pocos minutos el anestésico hizo efecto y procedí a suturar y aplicar antibióticos para evitar la infección, luego lo dejamos en un lugar de reposo para que descansara.
La noche transcurría y por momentos la batalla se calmaba, las explosiones cesaban y el olor a gas se disipaba, en esos paréntesis conversábamos con los muchachos, la gran mayoría de ellos eran jóvenes, gente muy amable pero sobre todo con entereza y total disposición de luchar, porque están convencidos que es la única opción de conseguir los cambios y las oportunidades que el sistema les ha negado.
Una vez más el silencio se rompió, de nuevo las explosiones y se esparció el humo denso que te hace llorar y te asfixia, mis compañeros iban y venían, había muchos gaseados, otros con contusiones, descalabrados; en medio del agite y la atención de heridos tomaba un leve descanso cuando vi como el cielo se iluminó con muchos destellos de fuego, eran como los ataques israelíes contra Gaza, pero esta vez eran los tombos disparando su nueva arma de Guerra en este Punto de Resistencia, los estallidos fueron acallados por gritos de “¡auxilio, lo mataron!”, “¡herido, herido!”, sin dilaciones y custodiada por los muchachos y sus escudos nos acercamos al campo de batalla.
Sus compañeros lo protegían mientras el herido estaba tendido en el suelo con su escudo roto y un charco de sangre que le cubría su cabeza y rostro; aún respiraba pero había sufrido un desmayo pasajero producto del impacto sufrido, su escudo artesanal había sido impactado por un cilindro de gas lacrimógeno, lo inmovilizamos y lo subimos a la camilla, como veteranos de Guerra sus compañeros lo transportaron hasta nuestra caseta de atención médica.
Le quitamos el casco, lavamos su cabeza y cara, esta vez no había esquirla pero en el rostro tenía una herida abierta que alcanzaba a exponer el hueso, su ojo estaba completamente cerrado por la inflamación; suturamos, aplicamos antiinflamatorios, analgésicos y colocamos un vendaje ocular, porque hasta que no disminuyera la inflamación no podíamos valorar la gravedad de la lesión.
Horas más tarde la inflamación había cedido así que con temor y precaución procedimos a valorar el trauma, había afectación propia de la contusión y se puede decir que estábamos ante un ‘milagro’, porque la lesión ocular era leve, no había daño del ojo solo los estragos de la onda expansiva y la retracción de su cuerpo e indumentaria al caer, Mateo, así se llama nuestro valiente guerrero, no perdería ni su ojo ni la visión, pero si debe andar como el pirata Morgan durante una semana.
No me alcanzan las cuartillas para relatar lo vivido esa noche, solo digo que esa noche la llevo en el alma no como un recuerdo, sino como el despertar de mi lucha solidaria, esa solo fue mi primera noche, desde esa ocasión cada vez que puedo vamos con mis colegas a brindar nuestro ‘granito de arena’, porque mi temor no es la desaparición física, sino que desistamos y todo en Colombia siga igual.
Esas son las historias que Caracol y Rcn no nos muestran, la guerrilla si esta infiltrada en los bloqueos no para destruir sino para curar los heridos que causa la represión policial.
Bonito relato y muy triste lo que pasa.
La policía reprime y mata manifestante, los medios cubren todo diciendo que los matan porque son vándalos, y la guerrilla cura los heridos, pero para todo el mundo son los de los zapatos cagados.
Si como pueblo no nos organizamos a luchar, la resistencia popular pacifica seguirá poniendo muertos y los criminales seguirán mandando.