LAS ARMAS “PERDIDAS” DEL EJÉRCITO QUE VAN AL PARAMILITARISMO

Sergio Torres

El presidente Petro el pasado 30 de abril, denunció la pérdida de más de un millón de armas de las Base Militares de Tolemaida y La Guajira, armas que habrían ido a parar al mercado de las mafias, en el que están implicados un amplio número de mandos militares.

Los medios portavoces del paramilitarismo corrieron a señalar un error en las cifras por parte de Petro. El comandante de la Fuerzas Militares (FFMM), el General Giraldo bajó las cifras y las redujo a unos cuantos miles. El alto mando militar anunció investigaciones, sin que se conozcan aún implicados e investigados.

Otra plausible fantasía

En su discurso Petro planteó que: “uno de los ejes consiste en separar la Fuerza Pública de cualquier asociación criminal… Dentro de esta política de lucha contra la corrupción se realizaron dos labores propias de inspección. Una hecha en Tolemaida y otra en la Brigada 10 para ver los inventarios de armas y explosivos. Para ver qué está allí y si se les ha dado uso”. Sobre esos inventarios denunció la pérdida del material bélico entre el que mencionó misiles, granadas, fusiles y municiones.

Armamento que podría haber ido a parar a regiones como el Sur de Bolívar, Magdalena medio, Chocó y Arauca, donde hay señalamientos directos sobre connivencia y asociación de unidades militares con paramilitares, por ejemplo, la Fuerza de Tarea Marte en el Sur de Bolívar, la Fuerza de Tarea Conjunta Titán en Chocó y la Fuerza de Tarea Quirón en Arauca, que conviven y trabajan en conjunto con el paramilitarismo.

El presidente conoce de la existencia de esta yunta que promueve la guerra, lo sabe porque la investigó y la denunció cuando fue congresista. De igual manera, el Ministro de defensa, quien en el pasado develó entramados entre Fuerza Pública y paramilitarismo. Ambos saben que lograr dicha meta de separación de las FFAA y estructuras criminales, pasa por cambiar la Doctrina del Enemigo Interno y la mentalidad guerrerista inoculada por décadas, desmantelar la estructura mafiosa dentro de las FFMM y desarticular el viejo régimen, además de enfrentarse a las directrices de Guerra perpetua que provienen desde Estados Unidos.

Las respuestas del General

El 2 de mayo, dos días después que Petro hiciera la denuncia, el General Helder Giraldo intentó dar un parte de tranquilidad: “la sumatoria entre armas, granadas, y municiones extraviadas de la base militar Tolemaida, La Guajira y Cesar, es en realidad de 150.507”.  Seguramente nada de que preocuparse para quien sabe que el número de armas vendidas o cedidas al paramilitarismo y las bandas debe ser mucho más alto. Con este tono de tranquilidad, el comandante de las FFMM encarará la situación. Probablemente buscando el por qué se dejaron pillar.

El General Giraldo concluyó, categóricamente: “aquí no se trata de tapar la realidad, lamentablemente tenemos ese delito de fuga de material con personal presuntamente implicado en la venta de material a grupos armados organizados del país. La intención es seguir en esas verificaciones”.

Lástima que la intención sea verificar y no cortar de raíz este tipo de prácticas; la venta de armas, cómo lo plantea el mismo General, es un delito grave que relaciona la traición, puesto que son las armas del Estado. Si se trata de responder a la realidad, esta hace rato hizo explícita la relación de las FFMM con grupos narco paramilitares, como lo urdieron en el Cauca posicionando grupos Exfarc sobre el cañón del Micay, para citar un solo ejemplo.

Este caso pone en evidencia varias cosas: el poco control que el Gobierno tiene sobre las armas de sus FFMM, la alta corrupción que campea en los cuarteles desde la cúpula misma de las FFAA y la necesidad de intervenir profundamente la Doctrina y el establecimiento castrense colombiano. El discurso de pacificación y desmovilización que han tratado de imponerle a la insurgencia, cuestiona y se interesa únicamente por la dejación de las armas guerrilleras.

Ante esa lógica y discurso, planteamos abrir el debate sobre todas las armas que circulan en Colombia entre Fuerza Pública, sus aliados paramilitares incluidos los frentes de seguridad promovidos por Fedegan y bandas, que muy probablemente sumadas coincidan con los números de faltantes en los inventarios de las FFAA.

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