MEMORIAS DEL CAPITÁN MAURICIO, EL BOLCHEVIQUE (PARTE I)

La memoria histórica se debe construir desde diferentes ángulos y visiones, de esta forma se construye la memoria de manera colectiva; en esta ocasión rendimos homenaje al Capitán Mauricio.       

Por Insurgente, Tomás García Laviana

I

Sí, en medio de frailejones de más de tres metros lo vi llegar, era una madrugada oscura, nublada, traía puesta una ruana café y debajo de ella su típico uniforme atigrado, en su mano derecha empuñaba un fusil Galil y de uno de los bolsillos de su chaleco de guerra, colgaba un colmillo de Jaguar. En su cara, una barba roja y una sonrisa que iluminaba la madrugada. Detrás de él, agitado pero apurado venía Moisés, su mascota, un ovejo que le había regalado una familia campesina paramuna. Más atrás venían los guerreros que lo acompañaban, Julián (pichis), Yanet, Aldemar (Morroco), Gonzalo, Ricardo y Raulito.

El joven de barba roja es el comandante Mauricio, 28 años de edad, político, estratega en comandar batallas contra la incursión paramilitar y formador de insurgentes. Modesto en su forma de vida, audaz para tomar decisiones y durísimo a la hora de exigir respeto a los principios organizativos, políticos y a la disciplina revolucionaria.

Esa mañana, antes del desayuno Mauricio hizo estímulos al grupo de comisión guerrillera de la zona que estaba bajo la responsabilidad del viejo Silvio (Arcesio Lemus), para apoyarlos en el desarrollo de sus capacidades de trabajo organizativo. Terminado el intercambio, se quedó mirándonos y exclamó:

––Es un deber el respeto absoluto por la iniciativa creadora de la guerrilla. —y tras una breve pausa, preguntó—: ¿Tomás, me trajiste la cámara y las hormigas culonas?

Le entregué una libra de esos insectos, y ansioso, olió a profundidad el paquete con sus hormigas.

II

El terruño de mauricio es en una zona rural de Simacota, región comunera. El magnicidio del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948 en Bogotá, produciría una insurrección que pretendía derrocar al genocida conservador Mariano Ospina Pérez. La respuesta por parte del Ejército a la indignación popular, fue el asesinato de más de mil ciudadanos que se alzaron en la capital. La política criminal de los conservadores se extendería a otros departamentos, llegando a la región comunera. El papá de Mauricio era de posición política liberal, y con dos fusiles y dos revólveres defendió la tierra de su comunidad del hostigamiento conservador.

Los que conocieron la niñez de Mauricio narran que escuchaba atento en voz de su papá la historia de un grupo de guerrilleros que tras cruzar la cordillera de los cobardes se tomarían Simacota el 7 de enero de 1965, y cuyo objetivo principal era lanzar públicamente el nombre de la naciente organización rebelde; Ejército de Liberación Nacional – ELN.

Que la gente decía que en la toma había muerto un guerrillero (Pedro Gordillo o capitán Parmenio), y que entre murmullos comentaban que debía ser una persona importante, porque tenía calzoncillos nuevos.

Mauricio se fue a vivir con una parte de su familia a Bogotá, en donde terminó el bachillerato en un colegio que está ubicado por la carrera séptima en el centro de la ciudad, en cuya fachada dice, colegio Camilo Torres. ––el colegio hace referencia a Camilo Torres Tenorio, el político que fue elegido presidente de las Provincias Unidas de la Nueva Granada en 1815––. En épocas de movilizaciones, los estudiantes escriben con aerosol, en seguida del Torres, “Restrepo ¡Vive!”.

El joven santandereano se incorpora a la comunidad de vida del ELN en 1996, en un proyecto de guerrilla rural en el departamento de Cundinamarca cerca a Bogotá llamado «La Esperanza», y que al poco tiempo toma el nombre de Isaác Zabala.

Los más curtidos en la historia del ELN cuentan que las delaciones propiciadas por jefes locales del Partido Comunista a las bases políticas del Isaác Zabala, desencadenaron operaciones de tropas gubernamentales en las zonas en donde se consolidaba el Frente Guerrillero. Al mismo tiempo, actitudes criminales de las Farc contra las compañeras y compañeros del Zabala producirían choques armados entre guerrillas en ese departamento.

Unos años pasaron para que la dirección del Isaác Zabala tomara la decisión política de trasladar y preservar el grupo en el norte del Tolima.

Mauricio cae preso por delación de un traidor que viajaba con él en un desplazamiento hacia la ciudad de Bogotá, pero trascurrido algún tiempo, y ágil como el jaguar, participó en una heroica fuga masiva de presos de la cárcel La Picota, en junio del 2001, y posteriormente regresa al Tolima en donde participa en la reunión en la que se le da fusión a los Frentes Guerrilleros Isaác Zabala y Bolcheviques del Líbano.

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