Susana Giraldo e Himelda Ascanio
En el 2019 el Estado ha retrocedido en la búsqueda y los esfuerzos hacia la paz, a la vez el conflicto se ha agudizado en todos sus aspectos; estos y otros temas sociales son un saldo en rojo del Gobierno de Duque.
Pese al gran descontento expresado en las calles estas últimas semanas, Duque ha hecho oídos sordos y no sólo se ha negado a dialogar y negociar con la población movilizada, representada en el Comité de Nacional de Paro; sino que además hizo aprobar la Reforma Tributaria, la cual ha sido rechazada por gran parte de la población, incluso prestigiosos economista del país la consideran lesiva y solicitaron aplazar su aprobación.
En el tema de la paz el Gobierno también se raja al seguir desconociendo y burlando los Acuerdos de la Habana, lo que llevó en el mes de Agosto a un sector de las FARC encabezado por Iván Márquez a orillarse del Proceso de Paz. Por otro lado, se niega a retomar negociaciones con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y mantiene exigencias unilaterales para reanudar el diálogo.
El clima de paz sigue enrareciéndose con el asesinato creciente de líderes sociales, defensores de Derechos Humanos y de los casi 200 ex combatientes de las FARC; además del tratamiento de guerra que se le sigue dando a la protesta social, como el homicidio de Dylan Cruz a manos del Escuadrón Móvil Anti Disturbios (ESMAD); cientos de lesionados, muchos de ellos han perdido uno de sus ojos; y la judicialización de los líderes sociales, por el simple hecho de oponerse al régimen.
En el 2019 observamos al mismo plan belicista y de sumisión a los designios norteamericanos que ha caracterizado la política internacional de este tercer mandato de Uribe, como lo evidencian las posiciones agresivas e intervencionistas frente Venezuela, las amenazas hacia Cuba, sin importarle al régimen las contribuciones de estos países a la paz de Colombia; además del silencio cómplice frente al Golpe de Estado dado al Presidente de Bolivia, Evo Morales.
Ilegitimidad de las FFAA y su Doctrina
Este año se amplió el rechazo social al comportamiento de la Fuerzas Armadas (FFAA), a su Doctrina fundada en atacar al Enemigo Interno, cobrando fuerza el repudio masivo al ESMAD, por ser una fuerza policial militarizada que agrede a la población; desde su creación en 1999 deja un saldo de más de 40 muertos.
Su desprestigio crece por las millares de imágenes y vídeos mostraron las agresiones del ESMAD; también la publicación del New York Times sobre el Manual de operaciones para las tropas del régimen que promueve los Falsos Positivos; las evidencias de la participación del Ejército en el asesinato del ex combatiente de FARC, Dimar Torres; el ascenso de nueve Generales relacionados con Falsos Positivos, más las declaraciones del General Villegas: “Si es necesario sicariar, sicariamos”; además de las múltiples denuncias e investigaciones por hechos de corrupción que comprometen a militares y policías de alto rango.
La paz se fortaleció como aspiración social
El grito por la paz y los cambios también se expreso en las calles, especialmente en las movilizaciones que se desataron a partir del 21 de Noviembre; la paz progresivamente se ha venido convirtiendo en una bandera de amplios sectores sociales, que va más allá de las posiciones reaccionarias de Duque, Uribe, el Centro Democrático y de distintos sectores de las clases dominantes.
Nunca va a cambiar por sí misma la posición belicista del Gobierno, contraria a los anhelos de paz y a los cambios sociales que el país necesita; esperar que este régimen y estas clases dominantes sean capaces de transformarse voluntariamente es una ilusión, nunca van a cambiar por sí mismos, sólo un amplio movimiento social y popular, de unidad popular, y una gran movilización y presión social abrirán caminos de dignidad en el país.
Los cambios y transformaciones que demanda Colombia están en manos de la presión y movilización social, así lo demuestran los esfuerzos y luchas que están en curso por la vida, la justicia social, la paz y contra la corrupción del sistema. Ante esto el Ejército de Liberación Nacional no abandonará el esfuerzo por la Solución Política, está dispuesto a construir un proceso de paz; diferente al agotado modelo de Desarme, Desmovilización y Reintegración (DDR), que no es más que el sometimiento de una parte a la otra, para que nada cambie en Colombia.