Ángela Galarza
Este Coronel del Ejército colombiano fue entrenado en la Escuela de las Américas, para desarrollar la Guerra sucia que Estados Unidos llama Acción Paralela, consistente en organizar grupos clandestinos dentro de las Fuerzas Armadas, para realizar limpieza social y política.
Aquel domingo de abril de 1992 no había llovido en el corregimiento Los Placeres, religiosamente los campesinos salieron al mercado, los evangélicos de ropa blanca y limpia oraban en sus capillas, el río Pital estaba seco, los motorcanoas no circulaban, la carretera desde el anterior invierno volvió a ser un camino de zanjones por la que a duras penas transitaba un caballo.
Un sol quemante acompañó la llegada de Juan Cristóbal, el encargado de cobrar las cuotas de los préstamos de la Caja Agraria, al bajarse del caballo sus pequeños ojos chinos escudriñaron la polvorienta plaza del caserío, poblada por hombres y mujeres de aspecto enjuto y quemado por el sol, que contrastaba con un rostro delicado estacionado en la esquina de la farmacia, de delgada silueta y mediana estatura, que rayaba los 60.
Estoy vivo de milagro
¡Virgen santísima a éste lo conozco yo!, pensó JC, mientras atravesó con grandes zancadas el largo callejón que lleva hasta la casa de doña Beatriz, quien lo pondría en contacto con Fátima y Emiro.
Sobrellevando susto y rabia, los recuerdos de JC lo trasladaron hasta el Magdalena Medio santandereano, donde cuatro años antes estuvo secuestrado por los paramilitares comandados por Vladimir y a punto de perecer fusilado bajo el cargo de ser un sapo de la guerrilla, pero “mi Dios que es muy grande” le permitió seguir viviendo, pues los tipos salieron huyendo después de asesinar a una Comisión judicial en La Rochela y en los afanes, no alcanzaron a rematarlo.
Allí, en los alrededores de Puerto Araujo, este tipo, que dice llamarse Miguel Ángel, no aparecía como cristiano y menos como pastor, porque estaba al comando de tales bandidos al ser fundador del grupo paramilitar llamado Muerte A Secuestradores MAS o los Masetos, le contó a Fátima y a Emiro, mientras su voz temblaba de la ira.
Miguel Ángel aparentó cursar un diplomado universitario en Comunicación Social para encubrir sus operaciones de inteligencia; su real profesión la cursó en la Academia Militar; recién graduado en 1969 fue escogido para un curso en comunicaciones e inteligencia en la Escuela de las Américas de Fort Gulick en la Zona del Canal de Panamá, a su regreso lo destinaron a conformar grupos armados, que él llamaba de Acción Paralela.

A esa Misión evangélica no le tuvimos confianza
Corría el año de 1974, recién pasada la Operación contrainsurgente en Anorí, en veredas y caseríos del Magdalena Medio, el Norte y Bajo Cauca de Antioquia, intensificaron las visitas de Misiones evangelizadoras, varias de ellas acompañadas por gringos de los Cuerpos de Paz. A Caño Estrella esas Misiones llegaron en avionetas que aterrizaron en la trocha por la que transitaban los Jeep; esos misioneros predicaban en la noche, dormían en sus propias carpas por fuera de las casas, en la mañana hacían jornadas juveniles y el resto del día andaban selva adentro.
Juvenal, un campesino fumador de tabaco dijo, ¡carajo! qué hermanos más raros, andan rastrojeando ni cafuches, ni ayunan ni ná, empujan enlatao en vez de yuca, jurguetean el monte ni que tuvieran una aguja perdía, ¡buenos no son!; Juana madrugaá, “pa yo llevales café”; así fue, el gallo todavía dormío y yo, Juvenal Herrera, ya estaba metío en su carpa, con mi jarronao de cafe, bailé el ojo, ¡y tronco de sorpresa!, tenían revólveres.
Giovanny, a sus 11 años ya era un chilapito malicioso, más demoré en espueliarlo, que el pelao pedirles a esos ‘hermanos en la fe’ que le enseñaran a manejar las escopetas; ya con el plato destapao les preguntamos ¿y esos chopos?, a lo que contestaron en coro, “nos gusta cazar”; después contaba Juvenal y remataba diciendo, el tipo que está cogío, el tal pastor José María, era uno de aquellos cazadores.
Conformé esos grupos cumpliendo órdenes
Ya en cautiverio, el pastor José María, se presentó con su nombre de pila, Miguel Ángel Agudelo Gómez, y requirió hablar con un jefe. Así se hizo, cuenta Emiro.
– ¿Por qué estoy retenido? Preguntó.
– Por ser Oficial del Ej