Raúl Contreras
El levantamiento de Ecuador es otra demostración del fracaso de los Gobiernos neoliberales y pro-norteamericanos en la región. Los acontecimientos recientes en el continente indican que el ciclo de ascenso de los Gobiernos de ultraderecha está terminando.
El pueblo ecuatoriano acaba de conseguir una victoria parcial, pero importante frente a las imposiciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y frente al Gobierno de Lenin Moreno que ha sido incondicional a los Estados Unidos, ha retomado a plenitud el modelo neoliberal y se ha convertido en instrumento de los grandes potentados, las multinacionales y la derecha.
Fueron 11 días de Paro Nacional y una extraordinaria movilización de masas con destacada participación del movimiento indígena, y de otros sectores y fuerzas de oposición.
La movilización se desarrolló enfrentando la más feroz represión. La Defensoría del Pueblo informó de 8 muertos, 1.192 detenidos y 1.340 heridos, hay también desparecidos. Moreno decretó el Estado de sitio, el toque de queda y la militarización del país, las fuerzas Armadas actuaron de manera brutal y despiadada; el Gobierno y las élites pretenden que todo ello quede en la impunidad.
La lucha sigue
Después del levantamiento del Paro los principales responsables de la barbarie represiva permanecen en su cargos, han recrudecido las detenciones y los montajes judiciales, en especial contra los dirigentes y sectores cercanos al ex Presidente Rafael Correa.
Ha sido detenida y acusada de rebelión, Paola Pabón, Prefecta de Pichincha y otros dirigentes más; la ex Presidenta de la Asamblea Nacional, Gabriela Rivadeneira debió asilarse en la embajada de México junto a otros opositores; a muchos más les han allanado su residencia y están huyendo.
En el Ecuador hay un antes y un después de estas jornadas, la situación político-social y la correlación de fuerzas no seguirá siendo la misma. De estos 11 días de paro y de extraordinaria movilización salieron debilitados el Gobierno, la derecha y la política norteamericana en el continente; salen fortalecidas las distintas corrientes y tendencias del campo popular y del progresismo.
La lucha sigue, se ha obtenido una victoria pero vienen nuevos pulsos y otras batallas; el Gobierno se vio obligado a ceder por la fuerza del pueblo en movimiento, pero sólo han librado una batalla, las élites dominantes seguirán con las mismas políticas neoliberales del FMI, buscarán dividir más el movimiento, distraerlo y hacerlo inofensivo.
Nuevos rumbos en el continente
La ultraderecha declina en América, es lo que indica el Ecuador de estos días, al igual que la debacle de Macri en Argentina, el desprestigio y rechazo creciente de Bolsonaro en Brasil, la crisis política y de movilización en Perú; en Colombia hay un Gobierno débil, atascado, sin iniciativa y sin la capacidad ni respaldo para consolidar el proyecto reaccionario que encabeza el ex Presidente Uribe.
Haití ya no soporta más la salvaje política neoliberal que incrementa el histórico atraso y miseria a que vienen sometidos; desde hace 5 semanas, el país de nuevo se encuentra paralizado por los sectores populares y medios que piden la renuncia del Presidente Jovenel Moïse y presionan por un Gobierno de transición.
En Venezuela el Gobierno Bolivariano sigue en pie a pesar de la descomunal ofensiva de Trump y de los Gobiernos de ultraderecha del mundo. En esta segunda quincena de noviembre en las elecciones de Argentina todo indica que Macrí saldrá derrotado y ganará la alianza progresista del Frente para la Victoria.
En Bolivia y Uruguay, los pronósticos le dan el triunfo Evo y al Frente amplio respectivamente. En México, país de peso en la región fue desplazada la ultraderecha y hay un Gobierno progresista en cabeza de López Obrador. Lo anterior indica que se esta dando un cambio geopolítico en la región, que el llamado ciclo de la ultraderecha declina y que se está conformando una nueva situación continental, de la que aún es difícil precisar sus características y alcances progresistas, antiimperialistas y de integración continental.