Por Nicolás Rodríguez Bautista, Primer Comandante del ELN
En este 10 de Mayo de 2020, envío mi saludo emotivo, amoroso y fraterno a todas las madres del mundo y de manera más particular a los millones de madres humildes que le dan vida y sentido al planeta que habitamos.
A ellas que en esta hora crítica por la pandemia viven el sacrificio amoroso por los muertos que también son humildes.
A las profesionales de la salud que enfrentan el COVID-19 en condiciones de indefensión, porque 80 por ciento de ellos deben atender pacientes sin contar con los implementos de protección debidos; y el pago de ingratitud que reciben se mide en nuevas discriminaciones.
A ellas que paren la vida para que sea posible el sueño y la esperanza de la felicidad.
A ellas que nutren la existencia de amor y de ternura.
A ellas que en su dolor paren los seres humanos del hoy y del mañana, a los que les entregan el don de la sensibilidad humana, para que con ella le aporten en su vida al resto de humanidad, con la que harán su recorrido en la existencia material llamada vida.
A ellas que en estos siglos de profundo dolor, paren sus hijos a los que el poder mezquino y despiadado les arrebatan, y que en una espiral cada vez más brutal y sórdida de violencia los convierte en carne de cañón, para sostener estructuras de muerte y odio, dejándoles a ellas más dolor, angustia y frustraciones.
A ellas que nos han regalado y siguen regalándonos sonrisas respaldando la lucha rebelde, en la que van sus hijos al combate soñando con la aurora venidera.
A ellas que ante el rigor de esta pandemia, rezan para que el mal enfurecido, no dañe la flor de la esperanza ni haga morir la luz en la ventana.
A las muchas de ellas que cavilan si el COVID-19 es una peste loca o muy por el contrario, es lo que en otros momentos han llamado Guerra Bacteriológica, que asesina a los seres que han dado de sí casi todo y se marchitan como mano de obra barata.
A ellas que en la desgracia se estremecen, despidiendo a quienes el virus ha matado, sintiendo que con ellos va su vida, por los seres que en su existencia más amaron.
Por ellas que detrás de las inhumanas rejas, lloran muchas veces con la esperanza rota, añorando que mañana de nuevo en libertad, abrazarán a los seres más queridos, para dejar atrás a la derrota.
Hoy por ser un Día tan especial para ellas, saludo con abrazos y con besos, a las queridas madres guerrilleras, que llevan en el morral todos sus sueños, que cantan, ríen, lloran y combaten al lado de otras mujeres y otros hombres.
Para ellas de delicadeza femenina y maternal, las que entrenan, aman, se enamoran y sueñan con un día de esperanzas de justicia y equidad, son también las que cuando la guerra les da un compás de espera, abrazan a sus hijos y los duermen en sus tibios regazos guerrilleros, para proseguir luego en el combate, porque saben que su alzamiento en armas es el derecho rebelde, que en el futuro acerca la jornada de la felicidad definitiva.
Queridas compañeras y madres guerrilleras, desde esta otra trinchera insurgente estoy entre ustedes para seguir la irrenunciable lucha por los desheredados de la tierra.
