Pese a las expectativas de paz creadas por el Gobierno progresista al finalizar el 2022, a lo largo y ancho del territorio nacional persisten las operaciones y campañas que desarrollan la Guerra Total, que soporta el país desde hace más de 7 décadas.
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Michel Forst Relator Especial de las Naciones Unidas en su visita en 2019 concluyó, “Colombia sigue siendo el país con el mayor índice de asesinatos de personas Defensoras de Derechos Humanos (DDHH) en América Latina, con un alto índice de amenazas, ataques, desplazamientos y otras violaciones”.
El hecho político que marcó el 2022 fue sin duda alguna el ascenso al Gobierno de Gustavo Petro y Francia Márquez, como representantes de un modelo de izquierda progresista y recogiendo parte de las exigencias de cambio que posicionó el Estallido Social en 2021.
Para mirar con atención los movimientos globales que se dieron en este año 2022 es necesario ir un poco atrás. Qué se desata de forma violenta en este año, qué contradicciones subalternas nos traen desde hace algunas décadas enrumbados en estos conflictos.
El triunfo del Pacto Histórico en las elecciones presidenciales de este año, estuvo antecedido por el Estallido Social que sacudió el país, momento que marcó nuevos desarrollos en la tendencia ascendente que desde el 2008 traen las luchas sociales en Colombia.
El control de la deforestación, la conservación de la biodiversidad, la mitigación del impacto climático y la transición energética, son los retos más grandes que el país deberá afrontar en materia ambiental; llevarlos a cabo implica transformaciones al modelo económico.
El 2021 fue otro año de Genocidio contra el pueblo, pero recrudecido contra las organizaciones sociales y políticas de la costa Pacífica, que en el reordenamiento territorial imperialista están destinadas a megaproyectos, por lo que necesitan desplazar su población.
En 2021 el gran capital frenó las políticas multilaterales elevando sus ataques a la vida, Estados Unidos (EEUU) derrotado en Afganistán aflojó la OTAN y creó la alianza Aukus contra China, mientras las fuerzas populares avanzaron en contener los embates del imperialismo y el neoliberalismo.
Para ver el mundo en contexto resulta necesario romper el paradigma del statu quo, y observar cómo la desigualdad originada por el sistema y exacerbada por el Covid-19 llevó a miles a las calles a exigir soluciones sociales de fondo.
El estallido social ocurrido este año y la proximidad de las elecciones del 2020 ha generado el reacomodo de los Partidos de la derecha que centran su discurso en la seguridad, mientras las fuerzas progresistas hablan de cambios sociales.
En 2021 la izquierda avanzó por las vertientes conocidas de la lucha legal y la insurgencia guerrillera, a las que se agregan las nuevas fuerzas populares que insurgieron con el Paro Nacional, coincidiendo todas en que ante la honda crisis del país, la única salida son los cambios estructurales.
El levantamiento de las medidas restrictivas tomadas por la pandemia ha empezado a dinamizar los mercados y a empujar el incremento ponderado del PIB; sin embargo, la economía colombiana aún no se recupera del colapso ocasionado por el antidemocrático modelo económico.