DEUDAS Y RETOS AMBIENTALES

Omaira Sáchica

El control de la deforestación, la conservación de la biodiversidad, la mitigación del impacto climático y la transición energética, son los retos más grandes que el país deberá afrontar en materia ambiental; llevarlos a cabo implica transformaciones al modelo económico.

En el contexto actual es imposible negar que sufrimos el Cambio Climático (CC) y sus nefastas implicaciones medioambientales y socioeconómicas; constantes olas de frío y calor, tormentas extremas, sequías, inundaciones, incendios, entre otros, nos recuerdan que el planeta está a punto de llegar a niveles de no retorno, por ende, nos obliga a sus huéspedes a implementar medidas que frenen el CC y mitiguen sus impactos.

El más reciente Informe del Panel intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) “Climate Change 2022: Mitigation of Climate Change”, es categórico al afirmar que estamos acercándonos al límite de calentamiento del planeta (1,5 °C de acuerdo con establecido por 195 naciones en 2015 en el Acuerdo de París) [1]. Los principales riesgos para América Latina son la falta de acceso al agua potable, efectos sanitarios graves, degradación de los biomas ambientales, sequías extremas que pondrán en peligro la seguridad alimentaria y las inundaciones, entre otros.

Las lesiones de la deforestación

Uno de los principales efectos nocivos de la deforestación es la pérdida del hábitat de millones de especies, 70 por ciento de los animales y plantas que habitan los bosques de la Tierra no pueden sobrevivir a la deforestación que destruye su entorno.

Según cifras del Ministerio de Ambiente en el primer semestre de este año se deforestaron 50.400 hectáreas (Ha), un aumento de 4.900 Ha que equivale a un incremento de la deforestación de 10,8 por ciento.

En los últimos 21 años existe una cifra histórica de más de tres millones de Ha deforestadas de las cuales cerca de 1,5 millones de Ha están en la Amazonía, lo que genera que se pierda la conexión ecológica entre el bioma amazónico y otras zonas fundamentales, lo que tiene repercusiones lesivas para el desarrollo de los ecosistemas y para la salud medioambiental; de los tres millones de Ha deforestadas en las últimas décadas solo se ha reforestado medio millón de Ha, que equivale a reforestar el 17 por ciento de las áreas afectadas.

Transición energética y extractivismo

El portal Mongabay en su ‘Informe 2021: Parques Nacionales cómo vamos’, en el que revela que 45 (76,3 por ciento) de los 59 Parques Nacionales Naturales (PNN) tienen ecosistemas en riesgo ambiental; en 32 de los 59 PNN existe pérdida de bosque que suma 30.977 hectáreas, siendo la Orinoquía la región más afectada con el 78 por ciento de la deforestación, sobre todo en áreas protegidas donde confluyen ecosistemas andinos, orinoquenses y amazónicos, solo el parque Tinigua perdió el 50 por ciento de sus bosques, seguido por Sierra de la Macarena con el 17 por ciento [2].

Un gran logro en materia ambiental durante este año es la declinación de los proyectos pilotos de Fractura Hidráulica (Fracking) por parte de Ecopetrol; además se encuentra en curso el proyecto de Ley 192 de 2002, que busca promover la investigación científica en torno al Fracking y posteriormente su prohibición definitiva.

Una de las promesas bandera de la campaña de Gustavo Petro rumbo a la presidencia consistió en iniciar una transición energética a fin de que el país dejara de basar buena parte de su economía en las exportaciones de hidrocarburos como el petróleo; sin embargo, la propuesta en términos pragmáticos no es clara, ya que se reduce al anuncio de la cancelación de nuevos proyectos de exploración petrolera, pero sin un sustento administrativo y financiero.

Estrategias y alternativas

El Cambio Climático que es una consecuencia directa del sistema capitalista de producción, no puede ser frenado mientras los Estados no tomen medidas de preservación de biomas ambientales estratégicos como Gorgona, Chiribiquete, la Amazonía, entre otros. Lo que implica trabajar al lado de las comunidades que ancestralmente habitan estos territorios y por otro lado blindar jurídica y estatutariamente estos ecosistemas de cualquier amenaza.

Es inaplazable un cambio de las políticas económicas y una verdadera política ambiental que salvaguarde el medio ambiente, un nuevo modelo que se centre en la preservación ambiental como eje estratégico en armonía con el sistema productivo. Desde luego este cambio en materia de políticas ambientales no es fácil, ya que en sí mismo implica una deconstrucción del modelo y un cambio en los paradigmas económicos.

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[1] ¿Por qué nos tiene que importar muchísimo el cambio climático y qué hay que hacer para que no avance? Greenpeace, 21-11-2022.

[2] Informe 2021: Parques Nacionales cómo vamos. Mongabay, 17-02-2021.

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