LA CRISIS ESTÁ MÁS ALLÁ DEL SALARIO MÍNIMO
Claudia Julieta Parra
Cada día se hace más difícil que las esferas sociales medias y baja logren solventar sus gastos básicos, por esto, el anuncio de un aumento de dos dígitos al salario mínimo suena atractivo, aunque no sea suficiente para subsanar la pérdida de poder adquisitivo.
Al dar inicio el último mes del año empiezan a barajarse las cifras y los indicadores económicos, que sirven como referencia al aumento anual del Salario Mínimo (SM); cuando la puja gira en torno a amarrarlo a la inflación y los indicadores de crecimiento o si, por el contrario, su incremento debe estar al margen de estos indicadores y ser una cifra ponderada, que trate de mejorar considerablemente los ingresos mensuales de la población asalariada.
Es importante tener en cuenta varios factores transversales al SM y al costo de vida; varios pasivos cotidianos están ligados al salario mínimo, cuando más del 50 por ciento de la población ocupada devenga ingresos del trabajo informal, por lo tanto, sus ingresos no percibirán el aumento del SM, pero si sus gastos se verán incrementados, y su déficit de poder adquisitivo se incrementará aún más.
Un salario mínimo y su incremento anual acorde al déficit del costo de vida y no a la inflación, es indispensable para mejorar el poder adquisitivo per cápita, pero a su vez, esto debe estar acompañado de medidas, que permitan la formalización del trabajo y la reducción del empleo informal.
El cambio anterior, hace inaplazable que el gobierno busque un modelo que disminuya beneficios a los grandes capitales y se centre en el incremento del poder adquisitivo per cápita, sin importar que esto implique una disminución de las utilidades netas de las grandes empresas.
Reactivar nuestra economía tiene implícito una política economía centrada en la formalización del empleo, una tributación centrada en los grandes capitales y de orden redistributivo y sin destinación al Gasto Corriente (burocracia, guerra, pago de la Deuda Externa); solo de esta manera es posible incrementar el capital líquido circulante y frenar la caída abrupta de la demanda, que desacelera la economía y nos lleva a una inevitable estanflación.
La política económica del país debe estar fundada en favorecer a todos los colombianos, prioritariamente subsidiar capas bajas de la sociedad, el sistema actual no genera ni inclusión social ni sostenibilidad ni mucho menos crecimiento y productividad, lo que conlleva incrementar el poder adquisitivo per cápita, y demanda una política de empleo formal que disminuya el desempleo y reduzca el subempleo, por lo tanto, se necesita una Reforma Laboral que centre sus esfuerzos en la formalización del empleo, la generación de nuevas plazas laborales formales y con prestaciones de ley; en otras palabras, salir de la crisis económica demanda generar empleo bien remunerado.